UN "MANIFIESTO" ESPAÑOL.
(El que lanzara Javier R.Portella en 2002)
A los masones del primer posfranquismo (muchos ya físicamente “ancianitos”) no deja de sorprendernos que los cientos de personalidades de la vida cultural española que apoyaron el llamado “Manifiesto contra la muerte del espítritu”, entre los que figuraban Fernando Sánchez Dragó, Albert Boadella, Javier Nart, Salvador Paniker y un largo etcétera de ilustrados hispanos de nuestro siglo, resumieran y asumieran los PRINCIPIOS MASONICOS que sí asumieron y proclamaron como masones otros tantos ilustrados del pre-franquismo del siglo XX, de los que ellos han sido o son, consciente o inconscientemente, directos herederos en la escena española.
Y no deja de ser sorprendente que ninguno de ellos haya osado romper una lanza en favor de ese origen, contribuyendo a la marginación histórica de la Masonería perseguida y lamentablemente conseguida aquí por sus difamadores tradicionales… ¿Ignorancia culpable, cinismo, oportunismo deliberado?.
Veamos un pequeño extracto, muy substancial, de lo que se proclamaba en aquel Manifiesto (cuyo texto completo es accesible a través de Internet) y comparémoslo con lo que los masones llamados “liberales” HEMOS PROCLAMADO SIEMPRE en nuestras propias manifestaciones:
<< Carecer de destino, estar privados de un principio regulador, de una verdad que garantice y guíe nuestros pasos: semejante ausencia —semejante nada— es sin duda lo que trata de llenar la vorágine de productos y distracciones con que nos atiborramos y cegamos. De ahí proceden nuestros males.
Pero de ahí procede también —o mejor dicho: de ahí podría proceder, si lo asumiéramos de muy distinta manera— toda nuestra fuerza y grandeza: la de los hombres libres; la grandeza de los hombres no sometidos a ningún Principio absoluto, a ninguna Verdad predeterminada; el honor y la grandeza de los hombres que buscan, se interrogan y anhelan: sin rumbo ni destino fijo. Libres, es decir, desamparados. Sin techo ni protección. Abiertos a la muerte…
…Desvanecido el talante inquieto y crítico que honró antaño a la modernidad, entregado nuestro tiempo a las exclusivas manos de los señores de la riqueza y del dinero —de ese dinero cuyo espíritu impregna por igual a sus vasallos— sólo queda entonces la posibilidad de lanzar un grito, de expresar una angustia. Tal es el propósito del presente Manifiesto, el cual, además de lanzar dicho grito, también pretende posibilitar que se abra un profundo debate. >>
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