TIEMPOS DE CRISIS...HUMANA, @Amando Hurtado
Si nuestra institución (la Masonería) ha de proseguir su labor en pro de la Fraternidad universal, que fue y habría de seguir siendo su objetivo central, todos los rituales practicados (métodos de trabajo especulativo) deberían ser cuidadosamente revisados a la luz de la evolución y los avances en el conocimiento del universo "asequible" al que pertenecemos.
Los dos grados fundacionales y el espíritu constructivo que los alentaba son su raíz o substrato perenne: el autoanálisis individual y la acción colectiva en fraternidad a partir del mejor conocimiento de las ciencias, tal como se propone respectivamente en el 1º y el 2º grado de todos los ritos masónicos.
En mi opinión, tras casi 30 años de praxis masónica, podríamos conservar un 3º grado realmente simbólico (el de la añorada "maestría") readaptando su simbolismo, sin abandonar su esencia. Los llamados "altos grados” - y lo que de primer alto grado tiene actualmente el 3º - representan una cultura judeo-cristiana dudosamente asequible universalmente en un planeta que, además, ya no es específicamente newtoniano, sino cuántico.
Buscar un “ordo ab chao” apoyándonos en la divisa “Deus meumque ius” requiere importantes replanteamientos, teniendo constancia de que existimos en un universo entrópico en el que la cantidad de entropía “tiende a incrementarse en el tiempo” y en el que los fenómenos físicos son irreversibles…
Como han visto muchos y desde hace mucho (Spinosa y su "Deus sive natura”), es infantil imaginar un “dios persona” creado a imagen y semejanza del hombre y que desde alguna galaxia controle las moscas y los humanos que nacen y mueren al día, con o sin pandemias. Tendría más sentido entender por “Dios” el conjunto de principios y leyes que vamos descubriendo como determinantes del universo.
Pero como también dijo ya alguno, no tiene mucho sentido rezarle a la ley de la gravedad…
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