UN AGUJERO NEGRO…DOCENTE.
Más de 300 astrónomos y centenares de ingenieros, con la colaboración de hombres y mujeres de 60 instituciones de 20 países han estado realizando observaciones, procesando datos y manteniendo la infraestructura técnica necesaria para lograr descifrar y confirmar la sospecha que en 2017 anunciaron el Instituto alemán Max Plank (nombrado así en memoria del gran físico iniciador de la mecánica cuántica) y el observatorio Haystack estadounidense utilizando algunos de los más potentes superordenadores del mundo: que en el centro de nuestra galaxia existe un “agujero negro” (bautizado como SAGITARIO A) y que su análisis puede ayudarnos a conocer mejor nuestro universo.
Los telescopios implicados en la captura de datos cubren nuestro planeta e incluyen los superpotenes ALMA, ubicados en Atacama (Chile), el de microondas (o milimétrico) de Méjico, el Heinrich Herz de Arizona, el IRAM español (en Granada), el Maxwell de Hawai y el milimétrico del Polo Sur.
Todos ellos financiados con fondos públicos estatales y generosas aportaciones de fundaciones privadas.
Fué Albert Einstein, con su Teoría general de la Relatividad, quien estableció la base en la que se funda el estudio de los “agujeros negros” (1915), que solo a partir del desarrollo de nuevas técnicas para la detección de ondas electromagnéticas (desde1930) y sobre todo desde la década de 1960, confirman su Teoría.
¿PERO QUÉ MÁS NOS ENSEÑA EL DESCUBRIMIENTO DE SAGITARIO A?
Para nosotros, los masones, la evidencia de que es posible ir más allá en el conocimiento y en el desarrollo de nuestra especie uniendo esfuerzos superadores de chauvinismos étnicos y de intereses espúrios de todo orden, fortaleciendo lo que nos une frente a lo que pueda separarnos.
Bendita sea la utopía…
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