REFLEXIÓN SIMBOLISTA…
Apelar al simbolismo como método de exposición conceptual libre, permite desligar a las ideas de la esclavitud de las palabras, devolviendo a los símbolos su valor como expresiones vectoras de experiencias y conocimientos humanos que trascienden las fijaciones dogmáticas tan diversamente administradas a través del tiempo.
En esencia, el simbolismo universal ha tenido siempre como temas referenciales ciertas constantes de la psique humana: la muerte, la fertilidad, eros, las fuerzas de la naturaleza, los dioses... Esos referentes han contribuído, a lo largo de la Historia, a configurar diversos paradigmas sociales en función de las convicciones o intereses de grupo preponderantes, desarrollándose en torno a ellos multitud de formulaciones especulativas.
Nuestras leyendas son narraciones simbolizantes: son símbolos. No son interpretables como narraciones de hechos históricos, a la manera en que lo han venido haciendo tradicionalmente los exégetas religiosos del Antiguo y del nuevo Testamento, dando nacimiento a enseñanzas dogmáticas a partir de la aceptación meramente intelectual o exotérica de determinadas narraciones bíblicas, sin discernir realmente los diversos niveles simbólicos o encubiertos que suelen contener.
Para el simbolismo masónico, en la leyenda confluyen siempre distintos planos de pensamiento. Lo de menos es su encuadre en un tiempo y un espacio reales, en los que las cosas “ocurren realmente”. En la transmisión del mito, lo aparentemente irracional suele ser cobertura de lo esencial. Descuidar ese análisis equivale a cegar la vía de acceso al Conocimiento iniciático.
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