NUESTROS “TEMPLOS”…
Cultura masónica
La palabra latina TEMPLUM templo) designa un ESPACIO delimitado o RESERVADO para algún fin. El templo masónico es un punto espacio-temporal reservado para un momento preciso. No es un espacio “sagrado” en el sentido religioso del término, sino destinado o consagrado a un fin puntual y temporal.
Cualquier punto geométrico, dispuesto según la tradición y la simbología inciática, puede ser lugar ritual de asamblea, templo o “taller” masónico ordenado, centro de unión de personas con una exigencia ética que de otra forma no hubieran llegado a conocerse en convivencia.
Es allí donde expresamos, mediante psicodramas simbólicos, la voluntad constructora de nuestro templo interior.
Los tres conceptos filosóficos fundamentales de Fuerza, Belleza y Sabiduría son simbolizados en esos “templos-taller” masónicos por tres CONSTRUCTORES, representantes de la tradición bíblica judeo-cristiana imperante en la cultura europea posrenacentista en la que surgió la masonería simbólica:
La SABIDURÍA del mítico rey Salomón, fruto de la búsqueda o ascesis hacia el conocimiento o percepción de la Unidad universal, que conduce a la intuición del Ser absoluto. Es la Sabiduría transmitida y transmisora de una tradición de búsqueda de lo esencial, simbolizada en los talleres por un “ Venerable Maestro”.
La FUERZA de la libertad soberana del mítico rey Jirám, señor de los ricos bosques del Líbano, que disponía decidida y prudentemente de los bienes de la naturaleza. El hombre consolida su libertad observando y utilizando cuanto la naturaleza le muestra para construir sólidamente. Con piedra pulida y madera, bien trabajadas y ensambladas, se construiría el bíblico Templo deseado como morada de lo Inefable. Es la Fuerza simbolizada por el Primer Vigilante de la Logia.
La BELLEZA buscada por el legendario maestro-artífice Jirám Abif, capaz de ejercer la labor “pontifical” que permite al hombre Sabio ser “puente de unión entre lo terrestre y lo celeste”, extrayendo de las manifestaciones materiales o exotéricas de la naturaleza su contenido espiritual o filosófico-esotérico, que se transcribe como Belleza y cuya transmisión iniciática se confía al Segundo Vigilante del taller.
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