CULTURA MASÓNICA : EL SOL Y SAN JUAN | @Amando Hurtado
Las posiciones aparentes del astro solar respecto al ecuador terrestre fueron observadas desde tiempos prehistóricos y su significado fue siempre subrayado ritualmente por las civilizaciones de la antigüedad.
Reconociendo y recogiendo tan vieja tradición, durante el siglo IV las iglesias cristianas trasladaron la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret al 25 de diciembre - anteriormente solía celebrarse en agosto - acercándola así a la del renacimiento simbólico del “nuevo sol” anual, como hacían los por entonces muy competidores seguidores de Mitra con su divinidad. Se dedicó la fecha del 27 de diciembre, tambien próxima a la del solsticio de invierno, a la memoria de Juan de Patmos, legendario autor de uno de los evangelios sinópticos, así como de uno de los textos apocalípticos cristianos. De igual modo, se consagró la fecha del 24 de junio, en la que el Sol alcanza su máxima intensidad lumínica, a la memoria del predicador hebreo Juan el Bautista, considerado en la tradición cristiana precursor o introductor de Jesús de Nazaret.
Tambien desde la más remota antigüedad histórica, los obreros y artífices de los diversos oficios colocaron sus actividades bajo la advocación de algún divino patrono o patrona, deseando significar con ello alguna dimensión trascendente implicada en la realización de sus trabajos. El genio o espíritu de Vulcano protegía la labor de los forjadores de metales romanos, de igual forma que Ceres o Cibeles favorecía a los agricultores, etc. Parece ser que los antiguos obreros romanos de la construcción invocaban a Janus o Jano, el dios de las dos caras, protector de los felices inicios y finales de los diversos proyectos posibles.
Durante la alta Edad Media, los masones operativos (o constructores de oficio), que tras la caída del Imperio Romano trabajaron protegidos por los monjes benedictinos, adoptaron el patronazgo de los dos Johanes (San Juan Evangelista y San Juan Bautista), cuyas festividades se situaban respectivamente en diciembre y en junio, momentos respectivos de renacimiento y de culminación aparentes del Sol, conservando así su vieja tradición.
Por ser en ellas donde comenzamos a reflexionar en busca de la Luz generadora universal, a la que se referían los primeros versículos (de evidente carácter gnóstico) del evangelio llamado de “San Juan”, las logias de los tres grados masónicos comunes reciben el nombre simbólico de Logias de San Juan y celebran sus ágapes fraternales, llamados “de obligación masónica”, en junio y diciembre.
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