Las “Constituciones” de Anderson (1723), normativas de la masonería especulativa o filosófica inglesa, por entonces naciente, excluían del acceso a la iniciación en sus logias a los “libertinos irreligiosos” y a los “ateos estúpidos”. Se ha escrito y se ha debatido mucho analizando la naturaleza específica del libertinaje irreligioso y del ateísmo estúpido, puesto que hubo y hay en nuestra sociedad “civilizada” libertinos bastante religiosos y ateos muy inteligentes…
Entre los libertinos eruditos de los siglos XVII y XVIII ocupa lugar preferente el marqués (y conde) de Sade, abanderado en el combate de la razón frente a los mitos, en defensa de una filosofía libre que propugnaba la libertad en todos los niveles: espiritual, moral y religioso. Al menos así lo han defendido sus numerosos y notables admiradores desde el siglo XIX. Lejos del concepto que de él se tenía (y que aún predomina) como mero autor de pornografía prohibida, de vida tan escandalosa como la de buena parte de la nobleza de su tiempo, Sade se consideraba a sí mismo un filósofo del Siglo de las Luces. De los 74 años de su vida, 27 los pasó en diversas prisiones (Vincennes, la Bastilla, Charenton…) acabando sus días recluído en el manicomio de Charenton (actual periferia de Paris), cuyo médico titular negaba que Donato Alfonso Francisco de Sade hubiera de hallarse recluído allí por padecer enfermedad mental alguna…(evidentemente Sigmund Freud analizaría el caso desde otra perspectiva).
<< No es mi forma de pensar la causante de mi desgracia, sino la forma de pensar de otros. Si la naturaleza se sintiera ofendida por ciertos gustos, no nos los inspiraría >>, afirmaba el “Divino marqués” tras el escándalo producido por la publicación de su emblemática “Justina o los infortunios de la virtud”, en 1791.
La primera antología de textos sadianos (que no es lo mismo que “sádicos”) la publicó Apollinaire en 1909 proponiendo una valoración positiva de Sade como el “espíritu más libre que haya existido jamás”…Lo consagraron como tal los surrealistas del siglo XX, encabezados por André Breton.
Leyendo prensa francesa en estos días, descubro que el conocido jurista y filósofo galo Bernard Edelman va a publicar un ensayo en el que subraya cómo las matizaciones actuales de las legislaciones sobre derechos humanos confirman, en cierto modo, conceptos enunciados por el anárquico marqués de Sade: <<la paradoja contemporánea es que estamos asistiendo actualmente al nacimiento de un nuevo hombre, sujeto de los derechos humanos, directamente emparentado con el hombre propuesto por Sade. Para ese nuevo hombre el derecho cambia de función y la ley no es ya la que consagra la libertad, sino la que permite al individuo transgredirla para ser libre. El cambio esencial consiste en el hecho de que la ley se pliegue a los deseos del individuo soberano >>.
COLETILLA para maliciosos: No existe prueba alguna de que Donato Alfonso Fracisco de Sade fuera masón…