@ Por, Amando Hurtado Juárez
Recientemente ha sido descubierto un pergamino que dormía desde hace dos siglos en la biblioteca de la Academia de Vaucluse (Francia). En el curso de los trabajos de clasificación de documentos se ha hallado uno, no inventariado, cuyo texto ha sido identificado por expertos como perteneciente a Leonardo de Vinci y escrito durante su breve estancia en Avignon, de marzo a abril de 1516, cuando se dirigía a la corte de Francisco I de Francia procedente de Italia.
Parece ser que Leonardo tenía interés en descubrir la tumba del enigmático Camelopardo, primer obispo de Avignon, de origen sirio, al que una leyenda local atribuía la fundación de una sociedad secreta que preservaba fabulosos “secretos” del bíblico rey Salomón. Leonardo pidió ayuda al párroco de la iglesia de San Agrícola, que había oficiado en el tribunal de la Inquisición y recibido, por ello, confesiones de los “impíos” practicantes de ritos sacrílegos de una cofradía secreta integrada exclusivamente por artesanos conocidos como “Compañeros de la Divina Botella”…
Para Leonardo aquella pequeña organización podría representar un orden social que prescindía de la jerarquía eclesiástica adelantándose varios siglos en la utilización del lema “Libertad, Igualdad, Fraternidad” y trabajando tozudamente contra los intereses papales en Avignon. El pergamino de Leonardo recoge algunas frases muy significativas del “catecismo” de iniciación de aquellos Compañeros de la Divina Botella que dan que pensar:
El Hermano “Gran Sacacorchos”(nombre simbólico del jefe local) preguntaba:
-Compañeros aquí presentes: si nuestros nuevos hermanos cometiesen perjurio ¿qué merecerían? (a lo que todos los presentes respondían: ¡la muerte!)
El Gran Sacacorchos proseguía: -Puesto que confiais en su palabra y en la de sus padrinos ¿qué solicitais para ellos? (a lo que todos respondían al unísono: ¡La Luz!
El Gran Sacacorchos proseguía: -Que la luz les sea dada y vosotros, Compañeros de la Divina Botella, cumplid con vuestro deber, que es beber. (todos los presentes bebían tres sorbos rituales)…
Ha sido necesaria la colaboración de varios expertos grafólogos (algunos de ellos militares) para descifrar el texto de Leonardo, cuya escritura, ya de por sí enrevesada, solía mezclar términos italianos y franceses con arreglo a códigos variables. Quienes visiten el museo del Louvre este año podrán obtener más amplia información sobre los rituales de aquella insólita cofradía libertaria