ORACIÓN DEL MAESTRO CANTERO (SIGLO XII)
Enséñame, Gran Arquitecto del Universo, a bien usar para trabajar el tiempo que me das y a bien emplearlo sin perder nada de él.
Enséñame a beneficiarme con mis errores pasados sin caer en el escrúpulo que corroe. Enséñame a prever el plan sin atormentarme, a imaginar la obra sin desolarme si ella surge luego de otro modo.
Enséñame a unir la prisa y la lentitud, la serenidad y el fervor, el celo y la paz. Ayúdame en el momento del comienzo de la obra, momento en que soy más débil.
Ayúdame en el corazón de la labor a mantener ajustado el hilo de la atención. Y, sobre todo, llena Tú mismo los vacíos de mi obra.
Gran Arquitecto del Universo en toda la labor de mis manos deja una gracia de Ti para hablar a los otros, y un defecto mío para hablarme a mí mismo.
Conserva en mí la esperanza de la perfección sin la cual perdería mi ánimo. Consérvame en la impotencia de la perfección sin la cual me perdería en el orgullo.
Purifica mi mirada: cuando hago mal, no es seguro que esté mal y cuando lo hago bien, no es seguro que esté bien…
Gran Arquitecto del Universo, enséñame a orar con mis manos, con mis brazos y todas mis fuerzas.
Recuérdame que la obra de mis manos te pertenece y que me pertenece el devolvértela como ofrenda.
Si yo obro por amor al beneficio, como un fruto olvidado me pudriré en el otoño. Si yo obro para complacer a otros, como la flor de la hierba me marchitaré en la tarde. Pero si obro por amor al bien, en el Bien permaneceré. Y el tiempo de hacerlo bien y a Tú Gloria, ya está aquí.
¡Qué Así sea!..., in, Porfirio Alfredo Lopez Garcia
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