Un local difícil de vender: Crisis en la Masonería de Barcelona
La Gran Logia de España (GLE) enfrenta una crisis interna debido a una controvertida operación inmobiliaria que busca trasladar su sede a un local en La Sagrera.
La mayoría de los masones se oponen no solo por el precio de 1,5 millones de euros, sino por la operatividad del nuevo espacio.
Inseguridad y Mala Ubicación
El local en cuestión se encuentra en un barrio considerado inseguro, está junto a un bar con una amplia terraza y rodeado por unos 70 vecinos, lo que implica la necesidad de una costosa insonorización no contemplada inicialmente.
Además, la falta de aparcamiento y la lejanía del metro complican el acceso para muchos miembros. "El local lleva más de un año en venta sin compradores. La zona, las condiciones y la ubicación son malas", explican fuentes internas.
Tensión en las Reuniones
El 3 de abril se llevó a cabo una tensa reunión con 65 afiliados, resultando en gritos, reproches y la salida abrupta de varios miembros. El Gran Maestre de la GLE, Txema Oleaga, enfrentó fuertes críticas y pedidos de dimisión junto al Gran Maestre Provincial.
La GLE prometió una votación telemática sobre la compra del local, pero la última reunión en Murcia decidió posponer la operación.
Alternativas y Oposición
Se consideraron otros locales, incluyendo uno en Gran de Gràcia y otro en la Avenida del Paral·lel, pero fueron rechazados por problemas de propiedad y ubicación.
El local en Gran de Gràcia, de unos 1.000 metros cuadrados, pertenece al Obispado de Barcelona.
Aunque algunos masones propusieron negociar el alquiler de este local, Oleaga se negó rotundamente a entablar conversaciones con la Iglesia, citando la excomunión histórica de los masones por parte de la Iglesia Católica, a pesar de que la excomunión fue anulada en 1983.
Futuro Incertidumbre
La situación ha llegado a extremos tales que Rubén Argemí presentó su dimisión como Gran Maestre Provincial hace unos días, tras las severas críticas recibidas desde las distintas logias que confluyen en la GLE de Barcelona.
La principal acusación que le hacen es que la operación inmobiliaria se hizo en absoluto secreto, lo que contraviene la ética masónica, para la que la transparencia es básica.
Sólo se explicó a los afiliados en el último momento, cuando los rumores sobre el cambio de sede eran atronadores y todos pedían explicaciones. Pese a la dimisión, las espadas siguen en alto.
Los afiliados no están dispuestos a abandonar su tradicional sede si no es a un recinto cómodo y céntrico de la ciudad.
La situación sigue tensa, con la GLE buscando una solución que satisfaga a todos sus miembros.
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